En Palestina

os cruzados, que en 1099, conquistaron Jerusalén, encontraron en las cercanías del Santo Sepulcro un hospital regido por una comunidad religiosa que se inspiraba en la regla de San Benito. Aquellos frailes, a quienes se les dio como patrono a San Juan Bautista, visten una túnica negra y llevan sobre el pecho una cruz blanca similar a la de Amalfi. Fue un rico mercader de la antigua república marinera quien obtuvo, años antes, del Califa de Egipto el permiso de construir, en el barrio latino, una iglesia, un convento y un hospital en el cual se asistiera a peregrinos de cualquier fe o raza. Se ha discutido mucho sobre el origen de esta institución, pero la tesis más aceptada considera a aquellos hombres como el primer núcleo de la Orden de San Juan.

Es en la jornada de la conquista de la Palestina , que los Juanbautistas aparecen en el escenario de la historia. Agotados por la fatigosa marcha hacia Jerusalén y por el largo asedio, los cruzados buscan cuidado y comodidad en el hospital.

La que sigue es una etapa histórica muy difícil para los cristianos en Tierra Santa. Los nobles venidos de Europa a liberar el Santo Sepulcro parecen más interesados en satisfacer la propia sed de conquista que a afirmar las razones inspiradoras de las cruzadas y se empeñan frecuentemente en extenuantes conflictos entre si.

Luego de un breve período de dispersión, los musulmanes reaccionan con determinación y se hace por esto necesario disponer de hombres adiestrados en las armas y prontos a empuñarlas en cualquier momento: gente para la cual la guerra no sea solamente una tarea sino, sobre todo, una misión.

Las informaciones de cuántos fueron afectuosamente asistidos, volvieron famosos a aquellos frailes en toda Europa y el 15 de febrero de 1113, el Papa Pascual II envía a Fray Gerardo, Jefe de la comunidad, una Bula en la cual aprueba y oficializa la institución del Hospital, autorizando a sus miembros a elegir sus propios "Maestros". La Iglesia de Roma confirma, pues, el nacimiento de una nueva Orden religiosa que adquiere en breve tiempo tanta notoriedad como para ser llamada la "Sacra Religión".

En el clima de aquellos años nacen también y adquieren poder y prestigio, otras órdenes caballerescas. Para los Juanbautistas, su histórico y definitivo desarrollo se produce a la muerte de Fray Gerardo. Este fraile, considerado por algunos amalfitano y por otros francés, constituye una figura de gran interés para la historia de la Orden que, desde sus orígenes, se sustrajo a la jurisdicción de los obispos y de otras autoridades eclesiásticas.

Al contrario de sus predecesores, que habían socorrido a mercaderes y a gente pobre, en busca del perdón divino, Gerardo vive la jornada de la victoria cristiana y encuentra a los grandes capitanes de Occidente. Al día siguiente de la conquista de Jerusalén, Godofredo de Buillón entrega al Hospital una primera donación que será seguida muy pronto de otras. Además, relajada la tensión de la batalla final, el sentimiento religioso reaparece y muchos cruzados píden volverse Hospitalarios: las filas de aquella que se convertirá en breve en la Sacra Milicia se van engrosando.

El sucesor de Gerardo es Fray Raimundo de Puy, que se denomina "Maestro" y confía a sus hermanos una nueva obligación; a los enfermos y peregrinos no los garantizarán solamente el cuidado y asistencia, sino también la defensa armada.

El nuevo Maestro adopta definitivamente como emblema la cruz blanca de ocho puntas, símbolo de los ocho bienaventuranzas del Sermón de la Montaña y sanciona el cambio: si bien permanecerán fieles a los votos de pobreza, castidad y obediencia, aquellos hombres endozarán la cota de hierro y ceñirán la espada. El Hospital asume el carácter de una Orden de Caballería pero conserva, al mismo tiempo, el carácter religioso. Se vuelve militar, pero entre ésta y las otras instituciones militares hay sustanciales diferencias. Bajo las insignias de los Templarios o de los Teutónicos acogeráse gente de armas en búsqueda de dar significado a su empresa guerrera y de poner su proprio coraje al servicio de la Fe. Los Hospitalarios, en cambio, son hombres ya tocados por el Verbo Divino, dedicados a obras de misericordia, consagrados al altruismo y que, en nombre de este ideal, deciden armarse.

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