En Roma

a obra de reconstrucción se inicia con una no fácil serie de contactos con los Caballeros que, por diversas razones, habían concluído por no tener relación alguna con el Gran Magisterio. Un primero e importante suceso hacia el retorno a la normalidad había sido obtener, ya en 1816, el resurgimiento del Gran Priorato de Roma: Italia era ya la nación destinada a hospedar la sede de la Orden y era tanto más oportuno restablecer los organismos melitenses correspondientes.

Gracias a Austria, que no había nunca cesado de reconocer la Sacra Milicia como ente soberano y que siempre se había demostrado disponible a intervenir su defensa, en 1839 se restableció también el Gran Priorato de Lombardía y Venecia logrando recuperar las antiguas propiedades en el Véneto. No fue posible una operación igual en Lombardía, donde los bienes existentes habían sido enajenados por Napoléon. En el mismo período retorna la actividad del Gran Priorato de Nápoles y Sicilia.

También en otras naciones la obra de reorganización alcanzaba resultados muy positivos. Para renovar y potenciar la estructura periférica, se decidió la abolición de las antiguas Lenguas y la creación de las Asociaciones Nacionales de los Caballeros. La primera en fundarse fue la alemana, seguida en 1875 de la británica y en 1877 de la italiana.

La voluntad y el empeño demostrados en tiempos en los cuales, aparte de todo, los ideales caballerescos no eran demasiado actuales, indujeron al Papa León XIII a complacer el deseo de los Juanbautistas y a consentirles elegir un Gran Maestro , cargo vacante desde el lejano 1805. El 28 de mayo de 1879, el Pontífice firmaba la bula y autorizaba la elección y al cargo supremo era llamado el entonces Lugarteniente Fray Juan Bautista Ceschi a Santa Croce. Otras asociaciones nacionales entran bien pronto en actividad, asegurando importantes contribuciones: en 1886 nace la española, en 1891 la francesa y en 1899 la portuguesa. Poco a poco, con el pasar del tiempo, todos los países en los que se hallan presentes grupos de Caballeros darán vida a su proprio organismo asociativo hasta llegar a los actuales treinta y ocho. En el ámbito de cada ordenamiento jurídico territorial, la asociación recibe un tratamiento particular que depende, sustancialmente, del tipo de relación existente entre el Estado interesado y el Gobierno Juanbautista. Desde su fundación, la Asociación de Caballeros Italianos (ACISMOM), obtiene una serie de importantes reconocimientos que ratifican aquellos otorgados por Italia para la Orden.

Como los otros cofrades europeos, las Asociaciones de Caballeros Italianos de la Soberana Orden Militar de Malta desarrolla su actividad institucional en el campo asistencial mediante la creación, la organización y la gestión de iniciativas tales como hospitales, casas de salud, clínicas, asilos , repartos sanitarios ambulatorios, centros antidiabéticos y laboratorios de análisis.

Fieles a la vocación hospitalaria pero sin olvidar su valioso pasado, al momento de su fundación las Asociaciones se obligan a dar vida, con una serie de convenciones estipuladas con el Ministerio de la Guerra y, sucesivamente, con el Ministerio de la Defensa, a un cuerpo militar que se emplearía en servicios de asistencia en casos de conflicto o de calamidad natural.

Y a los Juanbautistas no les faltarán ocasiones para demostrar la eficiencia de este organismo. En 1908 el terremoto de Mesina ocupa por primera vez el Cuerpo Militar que responde con gran empleo de hombres y medios.

En 1911, con ocasión dela guerra ítalo-turca, la ACISMOM moviliza el Cuerpo Militar y en buen tiempo apronta y equipa la nave hospital "Reina Margarita" que, en el curso de siete viajes, durante los cuales toca los puertos de Trípoli, Derna, Bengasi y Tobruk, repatriará 1162 soldados heridos y enfermos.

También el primer conflicto mundial encuentra a la organización melitense en primera línea. Desde el inicio de las operaciones, cuatro trenes con capacidad de 306 camas cada uno, llenan el vacío de los hospitales en las zonas de guerra . Cuatro convoyes aseguran asistencia también a los cuerpos expedcicionarios franceses e ingleses en Italia y al cuerpo expedicionario italiano en Francia. En el curso de 641 viajes los trenes recorren 483.948 kilómetros transportando 58.784 heridos y 62.232 enfermos. Por más de curenta meses, ocho puestos de socorro, situados en las posiciones más avazadas del frente, constituirán los puntos de referencia de una asistencia que contará, al final de las hostilidades, 87.390 prestaciones. Cifra tanto más elocuente si se añade que la ACISMOM organizó y dirigió, en el mismo período, también dos hospitales.

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