en los lugares que fueron testigos de la fusión entre lo meridional y lo septentrional,como en España y, por supuesto, también aquí en Malta.

A los orígenes de la Reforma

  A pesar del retraso español hacia 1500 nuevas inquietudes religiosas, fruto del nuevo espíritu, habían hecho su aparición. Los historiadores, unánimes, destacan tres corrientes religiosas, que en aquellos tiempos, por la falta nítida de fronteras, resultaban ideológicas e incluso, y en ciertos casos, políticas y sociales: "El alumbradismo entre los devotos, el erasmismo entre los intelectuales y el luteranismo entre los eruditos pertenecientes al clero, a profesiones liberales y a la clase media. Las tres corrientes surgieron con el mejor deseo de despabilar la vida cristiana de su medieval rutina; las tres tuvieron la pretensión de promover una reforma más o menos universal en la Iglesia y las tres tropezaron con la tenaz resistencia de la estructura tradicional, de algún modo encarnada por la inquisición española. La Iglesia tomó en sus manos las riendas de la inmediata acción pastoral, sustituyendo con un programa, no siempre ni radicalmente contrario, los propósitos y los fines de aquellos tres movimientos19".

  El movimiento de los alumbrados hizo su aparición más o menos alrededor de 1519 en la zona de Castilla la Nueva. Dejaron poco escrito20, por lo que resultan difíciles o imposibles los análisis dogmáticos o filosófico-culturales. La difusión reducida del movimiento contrasta, al menos aparentemente, con la gran preocupación de la Inquisición española que en 1525 publicó un Edicto de Fe donde se condenaban 47 proposiciones. Probablemente el artículo del Santo Oficio en fecha tan prematura, es decir mucho antes de la oposición al luteranismo, incluso al erasmismo, parece tener sus causas en el miedo a una difusión y a las inevitables conclusiones que podía causar la actuación de la reforma española, iniciada antes por Cisneros. En efecto, algunos de los

alumbrados no sólo fueron hombres religiosos sino que además salieron indemnes de los procesos inquisitoriales. En cierto sentido respondían a la reforma del cardenal de Toledo acerca de una mayor espiritualidad y religiosidad de la Iglesia española.

Alumbrado quiere decir iluminado por Dios a través de una oración mental e interior que espera en quietud la aparición de signos sobrenaturales, prestando poca atención a los medios normales de santificación proclamados por la Iglesia, en especial modo la oración vocal y los actos litúrgicos. Sin embargo el problema de fondo parecía radicar en que algunos alumbrados declaraban el contacto directo con Dios Padre sin la mediación de la segunda persona encarnada. Por otra parte los raptos, éxtasis y otras experiencias de santidad o misticismo hacían temer la influencia del diablo como padre de la mentira, del engaño. Además la pretendida presencia real de la divinidad en el alma creaba sospechas de ontologismo, es decir, que el conocimiento humano estaba seguro de su sabiduría gracias a tal tipo de presencia, no considerando, pues, necesaria la mediación de la Iglesia y de sus pastores. El problema de fondo es la separación de una tendencia natural en la Iglesia, el recogimiento piadoso, con una desviación, el abandono, que, como decíamos, prescinde de la autoridad de la Iglesia, de su mediación entre Dios y el hombre, siguiendo la vida y la acción de Cristo. Por aquellas fechas llegaba la noticia de la reforma luterana, de la ruptura con Roma. Ahí se concretaba el mayor peligro para los inquisidores.

  Difícil distinguir la ortodoxia de la heterodoxia, la piedad intensa de la reforma de los desvíos conscientes o causados por la ignorancia. Piénsese en Pedro de Osma, profesor de Nebrija, que defiende, con la Biblia en la mano, la procedencia humana _ y no divina _ del sacramento de la penitencia. "Habría que esperar hasta Trento para hallar una respuesta salvadora de la tradición. El tiempo de la reforma propone dos soluciones


[19] José Luis González Novalín, "Las reformas y las corrientes espirituales de la Iglesia española" en AA.VV., La época de plenitud (1517-1598), ob. cit., p. 357.
[20] Parece ser que dos libros llegaron a ser la mejor expresión de los alumbrados más cultos: Tercer abecedario espiritual, 1527-1530, de Francisco de Osuna y el Enchiridion, publicado en latín en 1511 y el 1519 en inglés, en alemán en 1520, en holandés en 1523, en 1524 se traduce al castellano y poco más tarde al francés. Después de un gran éxito en la Europa central, lo alcanzó aún más en la península ibérica. El historiador Chaunu lo explica así: "El iluminismo es una sensibilidad, más que un dogmatismo. Los textos inquisitoriales le otorgan, sin duda, una estructura dogmática que él no poseía. Escribe Bataillon que no podemos reducir a doctrinas estas corrientes. Para todo el que lea el Edicto Inquisitorial formulado en 1525 contra los alumbrados del reino de Toledo, es evidente que las 18 proposiciones condenadas en el mismo no son otros tantos artículos de un credo confesado por todos los adeptos de una secta; cuando se procede a examinar los procesos que proporcionan materia al edicto, es posible observar que tales proposiciones son, en realidad, unas frases atribuidas a tal o cual persona determinada. _ El iluminismo se manifiesta casi siempre por una técnica de la plegaria, de la comunicación con lo divino. Se manifiesta, casi siempre, ya sea por el recogimiento, ya sea por el abandono. El primero procede de la mística franciscana _ aislarse del mundo y hacer el silencio en el propio interior para encontrar a Dios en él -, y halla su expresión perfecta en Francisco de Osuna [...] La técnica del recogimiento tiene demasiado arraigo en la meditación mística que la Iglesia ha tenido, tradicionalmente, que soportar e integrar [...] Pero no ocurría lo mismo cuando se pasaba del recogimiento al abandono, y este paso se producía con relativa frecuencia del uno al otro en los años 1520-1525. Contra el abandono, que, de simple técnica de plegaria reservada a una élite que calcaba sus gestiones de las del medio monástico llegaba al rechazo de la vida sacramental, al rechazo del hecho del canal necesario de la Iglesia institución, forzosamente había de alzarse la Inquisición" (ob. cit., p. 177-178).

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