En aquel año, en efecto, se habla de un fraile, Folco de Villaret, que cinco años después sería elegido Gran Maestro y tendría un papel determinante en la nueva organización de la Orden y en su transferencia.

El establecimiento juanbautista no resultará grato a los musulmanes que no demoran en agredir al antiguo enemigo y en la primavera de 1310 se presentan con una flota en las aguas de la isla. Las condiciones de la defensa son tales que no permiten rechazar con éxito el asalto, pero la intervención de Amadeo V, conde de Savoia, permite enfrentar al adversario que se bate en retirada. Rodas se salva y se inician las labores para convertirla en fortaleza.

En Occidente, entre tanto, los ideales cruzados parecían renovarse lentamente y de cada nación de Europa comenzaron a arribar jóvenes deseosos de vestir el hábito de San Juan. Las familias nobles de Francia, España, Italia, Portugal e Inglaterra mandaban a sus hijos segundones a militar bajo las banderas de la Sacra Milicia y en 1319, en el Capítulo General convocado en Montpellier por el Gran Maestro Fray Elione de Villeneuve, se resolvió reunir a los Hospitalarios en compañías correspondientes a su país de procedencia. Estos grupos se llamaban "Lenguas" y tenían por jefe un "Piliero", al que por derecho correspondía un cargo en el gobierno. Inicialmente se instituyeron las de Provenza, Alvernia, Francia, Italia, Aragón, Inglaterra (con Escocia e Irlanda) y Alemania. Más tarde, en 1462, Castilla y Portugal se separaron de la Lengua de Aragón y constituyeron la octava. Cada Lengua comprendía Prioratos o Grandes Prioratos, Bailiasgos y Encomiendas.

Innumerables los ataques de los otomanos en la tentativa de eliminar del Mediterráneo aquel enemigo que andaba fortaleciéndose rápidamente.

En el 1312 una escuadra naval entera conquista Amorgo, una isla de la cual los musulmanes podían amenazar fácilmente a los Caballeros. Es el proprio Gran Mestro Folco de Villaret quien guía el desembarco y la expulsión del enemigo.

En el 1318 en un lance a sorpresa asaltan Cos fortificada poco antes. Están a un paso de Rodas, pero el comandante de la galera Fray Alfredo III de Schwarburg, en una acción rapidísima, obliga a los adversarios a abandonar las posiciones ocupadas.

Naves turcas atacan Chio en el 1319 y Rodas en el 1320. En ambos casos las fuerzas juanbautistas son inferiores, pero el enemigo es rechazado y gran parte de sus buques capturados.

No obstante los numerosos reveses, los musulmanes no desisten y su presencia en el Mediterráneo se hace cada vez más amenazante. En el curso del siglo XIII la situación se volverá, además, muy compleja. Los pequeños estados cristianos de Siria terminan por ser eliminados en la ofensiva de los soberanos mamelucos de Egipto y en manos occidentales quedan solamente Chipre y Rodas, mientras los turcos comienzan a volver su atención hacia Europa.

En la isla se trabaja sin descanso para construir bastiones y torres, iglesias y casas. Rodas se vuelve una ciudad fortificada pero, al mismo tiempo, elegante y confortable. Las veloces galeras cumplen, entre tanto, continuas correrías: asechan las rutas comerciales de las naves de la Medialuna llegando frecuentemente a amenazar, con incursiones relámpago, los centros habitados de la costa turca.

Años de gran fervor, durante los cuales el Hospital refuerza su estructura organizativa. De 1396 a 1437 los Grandes Maestros Filiberto de Naillac y Antonio Fluvian, dedican medios y energía para acrecer la capacidad defensiva de su fortaleza, convencidos como están de que cuanto antes Rodas deberá afrontar ataques mucho más grandes que aquellos que ha sufrido ya. Una obra de fortalecimiento para la cual el Gran Maestre Antonio Fluvian ofrecerá sus riquezas. Será con su herencia que será erigidas iglesias y se construirá un nuevo hospital.

El enemigo no se hace esperar. En 1440 los egipcios desencadenan una violenta ofensiva pero, guíados por el Gran Maestre Juan de Lastric llegado justo a tiempo de Europa, los Caballeros los rechazan en el curso de una sangrienta batalla al término de la cual persiguen a las naves enemigas hasta lo largo de la costa de Anatolia. En 1444 son los turcos quienes se aventuran en la empresa, pero su tentativa falla.

Sin descanso, pues, la actividad militar, considerada también la de las naves de la Religión, participa en todas las expediciones que las naciones católicas, exhortadas por varios Pontífices, organizan de tanto en tanto contra el Islam.

En el 1453 Mahometh II conquista Constantinopla y la Cristiandad aterrorizada vuelve la mirada hacia el Oriente donde, en pocos años, el sultán turco ocupa el Peloponeso, Trebisonda, Mitilene, la Eubea, parte de Albania, las colonias genovesas de Crimea, somete Serbia e impone su tributo a muchas naciones.

Para interceptarle el camino hacia Europa hay ya solamente una isla. Un pequeño obstáculo que puede ser fácilmente superado y Mahometh II declara que a aquel enemigo que osa desafiar a la potencia de la Medialuna, será oportuno darle una solemne lección que sirva de advertencia a todo el Occidente. Una amenaza que no tarda en ejecutar.

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